Época: cultura XVIII
Inicio: Año 1660
Fin: Año 1789

Antecedente:
La Ciencia del XVIII

(C) Antonio Blanco Freijeiro



Comentario

Si se sentía preocupación por el lugar del planeta en el espacio y su origen, no faltaba tampoco para conocer su forma, medirlo y dibujarlo. Esta tarea se benefició enormemente de la afición por los viajes de los hombres del dieciocho así como de la admiración, la atracción que sienten por el mundo exterior, al que intentan describir con la mayor exactitud posible.
Las dos primeras expediciones para conocer la forma de la Tierra salen en 1735 con direcciones opuestas. Una, dirigida por Manpertius y Clairant, va hacia Laponia; la otra, mandada por La Condamine y Bouguer, a Perú. El método seguido por ambas en su trabajo es idéntico: medir la longitud del grado meridiano sin los polos. Los resultados sirvieron para comprobar que el globo terráqueo era esferoide y achatado por los extremos. En la segunda de las misiones citadas participaron dos científicos españoles: Jorge Juan (1713-1773) y Antonio de Ulloa (1716-1795), quienes a su vuelta publicarán la Relación histórica del viaje a la América Meridional (1748), recogiendo sus experiencias. Junto a ésta y otras obras realizadas de forma conjunta, los trabajos individuales de cada uno resultaron, asimismo, importantes. Más interesado por los aspectos teóricos de la ciencia, Jorge Juan publicó varios escritos sobre navegación y astronomía, aportando nuevas fórmulas para medir los meridianos terrestres. Su fama cruzó pronto los Pirineos, como lo demuestra el que con motivo de un eclipse solar se le pida su opinión sobre el fenómeno desde uno de los epicentros científicos e intelectuales del momento: París. Por su parte, Antonio de Ulloa se sentía más atraído por los descubrimientos de tipo práctico. Participó en la fundación de colegios de cirugía, jardines botánicos y gabinetes mineralógicos; ensayó el mejoramiento de los materiales de escritura; dio a conocer el platino como cuerpo simple, e inventarió las riquezas naturales del Nuevo Mundo.

También se desarrollan durante la centuria la cartografía, la geofísica y la topografía, beneficiadas por la minuciosidad con que los viajeros y hombres de ciencia del dieciocho aclaran y dibujan los mapas del mundo heredados de españoles y portugueses o confeccionan detallados repertorios sobre la naturaleza que encuentran. Tarea ésta en la que España participó con una intensa política de expediciones dirigidas a conocer mejor los territorios americanos y en la que participaron, a veces, extranjeros como Humboldt (1769-1859) o Leoffling, colaborador directo de Linneo. Recordemos de entre ellas, a modo de ejemplo, la realizada por Malaspina (1754-1809) y Bustamante, entre 1782 y 1789. Acompañados por un equipo de investigadores internacionales, recorrieron las costas atlánticas americanas desde Alaska hasta Río de la Plata. El itinerario de su regreso les permitió completar la vuelta al mundo. Hombres de su tiempo, no se contentaron sólo con hacer minuciosos planos, catalogar la flora que hallaban y observar las estrellas, sino que también prestaron gran atención a las costumbres y estado político de los pueblos con los cuales entraban en contacto.

No podemos olvidar, tampoco, que el dieciocho es todavía una época de descubrimientos: Bering (1681-1741) encontró que Asia y América no están unidas por el Norte, al tiempo que nos habla de las islas Aleutianas y Alaska; Cook (1728-1779), además de recorrer las costas nórdicas del Continente americano y el Pacifico, halló Tahití, Nueva Zelanda, Australia y el paso noroccidental del estrecho de Bering; Vancouver (1757-1798) siguió su tarea, y Bougainville visitó la Polinesia y Las Malvinas, donde dejó una colonia francesa abandonada poco después por la presión española.

El mayor avance cartográfico se dio en Francia, donde se publicaron dos importantes mapas: el Mapa de Cassini, o de la Academia (1750-1789), el primero de un país realizado basándose en la triangulación y la topografía, y el Atlas y descripción mineralógica de Francia (1780) que recogía datos geológicos. Mientras el primero se publicó integro, constando de 183 hojas, del segundo apenas aparecieron 32 de las 230 que lo componían.